El abad generoso
Buenos días, amigo/a.
La generosidad es una virtud que te pone en sintonía con Dios que es
todo amor y donación de sí mismo. Cada día puedes empezar a ser
generoso en gestos pequeños. Con la práctica se te irá abriendo el
corazón, descubrirás la alegría de dar y comprobarás, maravillado, que
recibes mucho más de lo que das.
En un monasterio había un abad generoso. Jamás negaba hospitalidad a
un mendigo, y daba en abundancia. Pero sucedía que cuanto más daba,
más prosperaba el monasterio. Al morir, fue reemplazado por un abad
mezquino. Un día, llegó un anciano que pidió alojarse. Recordaba que
una vez le habían dado hospedaje. El abad se lo negó, pues ya no
podían darse ese lujo. —Nuestra abadía no puede albergar a nadie, como
cuando éramos prósperos. Ya nadie hace ofrendas. —No me sorprende
–dijo el anciano– creo que se debe a que echaron a dos hermanos del
monasterio. —Jamás hemos hecho eso –dijo serio el abad, —Sí, lo
hicieron –replicó el anciano– eran gemelos: uno se llamaba “Dad” y el
otro “Se os dará”. Como echaron a “Dad, “Se os dará” resolvió irse
también.
El egoísmo atrofia al hombre, que sólo en la donación generosa a los
demás.encuentra su madurez y plenitud. Si te preocupas demasiado por
ti mismo y tu propio entorno, si vives para acumular dinero y
comodidades, no te quedará tiempo para los demás. Si no vives para los
demás, la vida carecerá de sentido para ti, porque la vida sin amor no
vale nada. P. Natalio.
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