sábado, 15 de enero de 2011

El auxilio del Señor


Buenos días, amigo/a.


Los salmos ofrecen la oportunidad de descubrir pensamientos que
impactan por su fuerza y belleza. Es como encontrar perlas. Puedes
subrayarlos y coleccionarlos. Cuando tengas un conjunto apreciable,
intenta unirlos con cierta lógica, y tendrás un precioso collar de
frases luminosas. Es lo que aquí te presento: un bello collage.

Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio (119). Oh Dios, tú eres mi
Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti como tierra reseca,
agostada, sin agua (63). Levanto mis ojos a los montes: ¿de dónde me
vendrá el auxilio? El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y
la tierra. No permitirá que resbale mi pie (121). En el lecho me
acuerdo de ti y velando medito en ti, porque fuiste mi auxilio (63).
¿Con qué pagaré al Señor todo el bien que me hizo? (116). Bendice,
alma mía, al Señor, y no olvides nunca sus beneficios (103). Doy
gracias al Señor porque es bueno, porque es eterno su amor, porque
eterna su misericordia (118). El Señor es bueno, su misericordia es
eterna, su fidelidad por todas las edades (100).

La recitación pausada de algún fragmento de salmo al comenzar la
oración, te ayudará a establecer contacto con el Señor, conmovido por
sentimientos de confianza, asombro, gratitud… Esto presupone un plan
de meditación o lectio sobre tus salmos predilectos. Es una tarea que

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