miércoles, 20 de octubre de 2010


Como niños…
Buenos días, amigo/a.

La oración humilde y confiada conmueve el corazón de Dios. A nosotros también nos enternecen los niños cuando con encantadora espontaneidad nos piden que les ayudemos a hacer un dibujo, a atarles los cordones de los zapatitos, etc., y no podemos negarnos. Su humilde confianza nos impulsa a prestarles cualquier servicio. Esto sucedió a la niñita Romina.

Romina, niñita muy buena, pero también muy pobre, iba a un colegio de Hermanas. Un día oyeron las compañeritas que al rezar el padrenuestro, decía: “Danos hoy nuestro pan de cada día… con manteca”, y se echaron a reír, y fueron a contarlo a la Hermana. Manifestó entonces la niña que, como su madre había quedado viuda con seis hijos, tuvo que suprimir la manteca. Pero Romina no se resignaba; y por eso, al rezar el padrenuestro pedía el pan… con manteca. La religiosa le dijo que continuara pidiéndolo, pero en voz baja, para no provocar risas. Dios oyó la oración de Romina, porque una de las otras niñas contó a su madre lo ocurrido en el colegio. Ésta averiguó nombre y dirección de la mamá de Romina, y ordenó a su empleada doméstica que cada día dejara un paquete de manteca en su casa. Cuando lo vio, Romina dijo muy contenta: “Mamá, aquí tienes la manteca que le pedí a Dios”.

“Si no vuelven ustedes a ser como niños, no entrarán en el Reino de los cielos”, dijo Jesús. Los niños son puros, inocentes, sencillos, sinceros, humildes, confiados. Pide al Señor con insistencia que estas cualidades propias de los pequeños, vayan modelando tu vida para poder ver ese divino rostro que sólo se revelará a los puros de corazón. P. Natalio.

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