La vendedora de flores
Buenos
días, amigo/a
Cuando tu vida se
encrespa con alguna tormenta, no pierdas el ánimo, porque hay dentro de ti
fuerzas insospechadas. No olvides que nada puede acontecer antes que se ponga
el sol que no parezca insignificante en el río de los siglos. Mantente sereno e
imperturbable diciéndote una y otra vez: “También esto pasará”. Aquí tienes un
testimonio que lo confirma.
Ese día la vendedora de flores sonreía más que lo habitual; su
arrugado rostro resplandecía de gozo. Por un impulso le compré una de sus
rosas. — Se ve usted muy feliz está mañana, le dije. — ¡Claro!, exclamó. Sobran
los motivos. Aquella mujer vestía tan pobremente y se veía tan frágil, que su
actitud me intrigó. — Sobrelleva sus problemas admirablemente, la elogié. Ella
me explicó entonces: — Cuando crucificaron a Cristo, el Viernes Santo, fue el
día más triste de la historia. Pero tres días después, él resucitó. Por eso he
aprendido a esperar tres días siempre que algo me aflige. Es asombroso: las
cosas siempre se arreglan de una u otra manera en ese tiempo. Seguía sonriendo
al despedirse de mí. Sus palabras me vienen a la mente siempre que estoy en
dificultades.
Repite las tres sabias palabras
que nos han transmitido los antiguos, hasta que se conviertan en un hábito tan
fuerte que al punto aparezcan en tu mente cuando el buen humor esté por
apartarse de ti. Ellas mantendrán tu vida en equilibrio y triunfarás en medio
de las adversidades: “También esto pasará”, (Og Mandino). Haz la prueba. P.
Natalio.
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