El deber, clave de felicidad
Buenos
días, amigo/a
Las obligaciones asumidas constituyen lo que
Dios espera de ti, porque son la expresión concreta de su voluntad. Son esas
exigencias de la vida familiar, de tu trabajo o profesión, de las relaciones
humanas que te envuelven. La
paz y la felicidad no surgen de algunas grandes y espectaculares actuaciones,
sino del cumplimiento de los deberes de cada día.
Hay un momento admirable en la vida del hombre: es cuando tomas ante tu
propia conciencia el compromiso de cumplir cada día tu deber. De allí en
adelante, comienzas a mirar todo desde otro punto de vista, y cada cosa cobra
nueva perspectiva y nuevo valor. De allí en adelante, te abres a una nueva
etapa, más hermosa y sublime, porque en tu vida ha entrado a ocupar un lugar
decisivo, el deber en vez del dinero, del placer, del confort, del egoísmo
indiferente. Y si el deber ocupa el primer lugar, también lo ocupa Dios, y si
Dios está primero, todo está en orden. Así puedes gozar de la verdadera paz. La
fidelidad al deber, a las exigencias de tus relaciones personales es fidelidad
al amor, y el único acceso a la auténtica felicidad.
Tu vida, como la de todos, transcurre entre
sencillas tareas. Puedes caer en el grave error de juzgarlas sin importancia y
hacerlas sin implicarte con entusiasmo y amor poniendo lo mejor de ti mismo. No
olvides que “no hay virtud más eminente que la de hacer sencillamente lo que
tenemos que hacer”. Que descubras y vivas la felicidad y paz del deber
cumplido. P. Natalio.
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