Señor, ven en mi auxilio
Buenos
días, amigo/a
Expertos en oración aseguran que no hay un modo
tan fácil de encontrarse con Dios como los salmos. Son antiguos cánticos muy
aptos para sumergirnos en variados estados de ánimo y ponernos en la presencia
de Dios. Aquí tienes una secuencia de fragmentos que te pueden ayudar a
recogerte en oración para suplicar y agradecer el auxilio al Señor.
Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio (118). Oh Dios, tú eres mi Dios,
por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti, mi carne tiene ansia de ti, como
tierra reseca, agostada, sin agua (62). Levanto mis ojos a los montes: ¿de
dónde me vendrá el auxilio? El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y
la tierra. No permitirá que resbale mi pie (120). En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti, porque fuiste mi auxilio (62). ¿Con qué pagaré al Señor
todo el bien que me hizo? (115). Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides
nunca sus beneficios (102). Toda mi vida te bendeciré, alzaré las manos
invocándote y mis labios te alabarán jubilosos (62). Doy gracias al Señor
porque es bueno, porque es eterno su amor, porque eterna su misericordia (117).
El P. Ignacio Larrañaga te da un valioso consejo: “¿Por qué no aprendes
de memoria, poco a poco, ciertas estrofas cargadas de riqueza, que te servirán
de alimento para cualquier circunstancia?” Comprobarás que unos renglones del
salterio bastan para empezar una valiosa oración, haciendo contacto con Dios.
P. Natalio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario