martes, 20 de enero de 2015


El monte Tabor


Buenos días, amigo/a

El monte Tabor, donde Jesús se transfiguró y mostró a los tres apóstoles la gloria de su divinidad en su rostro y vestiduras resplandecientes, es un buen lugar-icono para avivar tu esperanza y recobrar las fuerzas, cuando la vida te golpee y te visiten las frustraciones.

Para la cruz y la crucifixión,
para la agonía debajo de los olivos,
nada mejor que el monte Tabor.
Para los largos días de pena y dolor, 
cuando se arrastra la vida inútilmente,
nada mejor que el monte Tabor.
Para el fracaso, la soledad, la incomprensión,
cuando es gris el horizonte y el camino,
nada mejor que el monte Tabor.
Para el triunfo gozoso de la resurrección,
cuando todo resplandece de cantos,
nada mejor que el monte Tabor.

Acabas de leer un buen poema para ambientar la meditación de Mateo 17, 1-9 (o bien Marcos 9, 2-9, o Lucas 9, 28-36). En el Tabor Jesús pareció liberar y desatar al Dios que era y tenía contenido en su humanidad. Los apóstoles tuvieron la sensación viva de haber entrado en contacto con lo más profundo de la divinidad. Jesús se encaminaba hacia la muerte, pero con la seguridad de que el triunfo coronaría su vida. Este misterio de luz debe fortalecer tu fe y esperanza en la gloria que te aguarda también a ti. P. Natalio.

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