Novicio impaciente
Buenos días, amigo/a.
La oración es la
llave que abre los tesoros del cielo. Es el puente siempre accesible por el que
llegamos a Dios. El arte de orar es el arte de amar al Señor. Pero orar bien es
un regalo del Señor. Como los apóstoles implorémoslo con frecuencia. Pidamos al
Padre, por Jesús, que derrame sobre nosotros un Espíritu de oración y de
alabanza, (Zac. 12, 10).
Después de una sesión matinal de oraciones en el monasterio, el novicio
preguntó al abad: —¿Estas oraciones hacen que Dios se
acerque a nosotros? —Te voy a responder con otra pregunta
–dijo el abad. —¿Estas oraciones harán que el sol
salga mañana? —¡Claro que no! ¡El sol sale porque obedece a una ley universal! —Entonces,
ahí ésta la respuesta. Dios está cerca de nosotros, no por las oraciones que
recemos. El novicio se enojó: —¿Entonces estas oraciones son
inútiles? —Absolutamente. Si tú no te despiertas temprano no podrás ver la
salida del sol. Si tú no rezas, aunque Dios esté siempre cerca, no conseguirás
notar su presencia.
Para robustecer tu fe en el Señor que te ama y te acompaña, lee con
atención la Biblia. Al
inicio del capítulo 43 de Isaías encontramos esta perla deslumbrante: “Tú eres
de gran precio ante mis ojos, porque eres valioso, y yo te amo. No temas, yo
estoy siempre contigo”. Medítalo, y agradece al Señor su ternura por ti. P.
Natalio.
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