La
luciérnaga y las arañas
Buenos días,
amigo/a.
No envidies a los poderosos, o a las estrellas
o astros del cine, del deporte, o de la vida social. La envidia es como un resentimiento irracional causado por desear el bien ajeno, un
disgusto oscuro que provoca la elevada posición de una persona. Detrás de la
envidia hay una incapacidad de reconocer en paz los propios límites y
carencias.
Una luciérnaga, entre
los yuyos, brillaba, y esta luz ofuscaba a las arañas escondidas en sus
rincones obscuros. Tácitamente se coaligaron las envidiosas para siquiera
tapar, ya que no la podían apagar, esa lámpara molesta. Sin ruido, la fueron
envolviendo poco a poco con tantas y tan espesas telas, que, aunque siguiese
prendida, no podían sus rayos traspasar el velo, y que para todos quedó como si
no existiera. El silencio suele ser a veces arma tan malévola como la
maledicencia. Daireaux.
El envidioso no
percibe que su infelicidad no proviene de lo que no tiene, sino de la falta de
aprecio por lo que sí posee. Hay además una falta de compromiso y
responsabilidad con la propia vida, porque el celoso, pendiente de la vida de
otros, no asume la propia con sus fortalezas y posibilidades reales. El Señor
te libre de la dañosa envidia. P. Natalio.
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