El
ombú
Buenos días,
amigo/a.
El egoísmo atrofia al hombre, que sólo en la donación generosa a los demás.encuentra su plena madurez. Si te preocupas demasiado por ti
mismo y tu propio entorno, si vives para acumular dinero y comodidades, no te
quedará tiempo para los demás. Si no vives para los demás, la vida carecerá de
sentido para ti, porque la vida sin amor no vale nada.
Erguido en medio de la
pampa, el ombú extendía sus gruesas ramas. En busca de un sitio donde
asentarse, llegó allí un colono y su familia. ¡Qué árbol hermoso! -exclamó un
jovencito-; edifiquemos aquí, padre mío. Seducido por el aspecto del árbol
gigante, aprobó el padre. De una raíz iba a atar el caballo del carro donde
venía la familia, pero al ver que allí no crecía el pasto, lo llevó más lejos.
El hijo mayor cortó unas ramas para prender fuego, pero la leña sólo producía
humo. Otro hijo trepó para comer frutas, pero aquello no era fruta. -¡Hermoso
árbol! -dijo el padre- para pintores y poetas. Pero no da frutos, su leña no
sirve, y a su sombra no florecería un jardín. Orgulloso, inútil y egoísta; más
bien dejémoslo solo. Y se fueron a otra parte. G. Daireaux.
No hay comentarios:
Publicar un comentario