viernes, 28 de febrero de 2014

Hazlo en secreto
 Buenos días, amigo/a.

Todos corremos el peligro de obrar para recibir la aprobación de los demás. Es como decirse a  sí mismo: “Verán lo que yo soy capaz de hacer”. Jesús nos precave de toda ostentación y vanidad: “Cuando des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha, así tu limosna quedará en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará”.

Contaban de alguien del pueblo que ayunaba muchísimo, tanto, que le llamaban "el ayunador". El abad Zenón oyó hablar de él y lo mandó llamar. Acudió con alegría, rezaron juntos y se sentaron. El anciano se puso a trabajar en silencio. Como no podía hablar con él, el ayunador empezó a sentirse oprimido y le entró pereza. Dijo al anciano: "Ora por mí, padre, quiero marcharme". Y el anciano le dijo: "¿Por qué?". Respondió: "Porque mi corazón está como ardiendo y no sé qué tiene. Cuando estaba en el pueblo, ayunaba hasta la noche y nunca me había pasado esto". Le dijo el anciano: "En el pueblo te alimentabas por las orejas. Vete, y de ahora en adelante come al mediodía, y lo que hagas, hazlo en secreto".

Toda esta figuración y ostentación desvirtúa la obra que se está haciendo. Jesús pone al Padre como fundamento de esta nueva actitud: el Padre es el que nos ve, en lo secreto, y él es el que nos recompensa con su amor cuando nosotros no vemos ni la recompensa ni el aplauso humano. Jesús nos invita a vivir ante la mirada de Dios que sondea el corazón.  P. Natalio.

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