El asno y su sombra
Buenos días, amigo/a
Existe una inmensa alegría en poder alegrar a otros a pesar de nuestra
propia situación. La aflicción compartida disminuye la tristeza, pero
cuando la alegría es compartida, se duplica. Si deseas sentirte feliz
y realizado, basta compartir tus bendiciones, especialmente ésas que
no se pueden comprar con dinero.
Un viajero alquiló un asno para dirigirse a un pueblo apartado. Como
hacía mucho calor, el viajero se detuvo para descansar, y buscó
refugio del ardiente sol a la sombra del asno. En verdad sólo una
persona podía protegerse. Esto originó una violenta disputa entre el
viajero y el dueño del asno. Éste afirmaba con vehemencia que había
alquilado sólo al asno, y no a éste con su sombra. El viajero en
cambio sostenía que él, con el alquiler del asno, había alquilado
también su sombra. Y mientras la pelea pasaba de las palabras a los
golpes, el asno sin ser visto se escapó a toda carrera. (Esopo)
Más bien que buscar el beneficio personal, pregúntate, ¿qué puedo
compartir hoy? En vez de querer poseer empezarás a donar, movido por
el deseo de ayudar a los otros. Cada uno tiene algo para compartir.
Dinero, talento, tiempo o una simple oración. La generosidad nos pone
en sintonía con nuestra semejanza divina. Ánimo, inténtalo. P.
Natalio.
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