Amar es servir
Buenos días, amigo/a.
El amor auténtico se manifiesta en servir, ayudar, proteger. “Obras
son amores, y no buenas razones”, dice el refrán español. Bajar a lo
concreto, aterrizar en la realidad de la vida, es el signo del amor
maduro. Evidentemente esto requiere sacrificio, entrega y olvido de ti
mismo.
Amar es decidirse a servir, porque servir es la exigencia imperiosa
de la dinámica del amor; por eso es fácil descubrir sin temor a
engañarnos, si amamos de veras o si somos falsos en nuestras protestas
de amor. Cuando uno se cansa de servir es porque se ha cansado de
amar; cuando uno deja de amar es porque previamente ha dejado de
servir. Para aumentar el amor hay que mantener una actitud de
servicio, pero teniendo presente que si hay que amar a todos, —que es
el primer precepto de la Ley—, también hay que estar en disposición de
servir a todos, sin excepción, porque a todos debemos amar. El amor
nunca puede fallar, y si nos parece que falla, debemos examinar
detenidamente y con sinceridad si primero no hemos fallado en el
servicio.
Cuánto puede ayudar la gracia del buen humor al corazón que se
encuentra abatido, la palabra serena al que está irritado, la dulzura
de una voz amable al que yace en el abismo de la desesperación. Creo
que no hay mayor alegría que saber que no pasamos en vano por la vida
de otra persona. La felicidad está más en dar que en recibir (Hechos
20, 35). P. Natalio.
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