lunes, 25 de noviembre de 2013

Salir de uno mismo

Buenos días, amigo/a

El mal ha entrado en el mundo por la puerta del egoísmo humano, que es
negación del amor y búsqueda desenfrenada del propio bienestar. Cada
día puedes empezar a ser generoso en gestos pequeños. Con la práctica
se te irá abriendo el corazón, descubrirás la alegría de dar y
comprobarás, maravillado, que recibes mucho más de lo que das.

Partir es, ante todo, salir de uno mismo, romper la coraza de egoísmo
que intenta aprisionarnos en nuestro propio “yo”. Partir es dejar de
dar vueltas alrededor de uno mismo, como si ése fuera el centro del
mundo y de la vida. Partir es no dejarse encerrar en el círculo de los
problemas del pequeño mundo al que pertenecemos, cualquiera sea su
importancia. La humanidad es más grande, y es a ella a quien debemos
servir. Partir no es devorar kilómetros, atravesar los mares o
alcanzar velocidades supersónicas. Es, ante todo, abrirse a los otros,
descubrirlos, ir a su encuentro; abrirse a otras ideas, incluso a las
que se oponen a las nuestras. Es tener el aire de un buen caminante.
(Mons. Helder Cámara).

Ayudar y servir son dos expresiones concretas de un amor que se brinda
generosamente a los demás. De este olvido de ti mismo, surgirá como
por magia, tu propia felicidad y alegría, tu auténtica realización.
“Dormí y soñé que la vida era alegría. Desperté y vi  que la vida era
servicio. Y, en el servicio,  encontré la alegría” (Tagore). ¡Siempre
listo para servir!  P. Natalio.

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