Vanidad y ostentación
Buenos días, amigo/a
Todos corremos el peligro de obrar para recibir la aprobación de los
demás. Es como decirse a sí mismo: “Verán lo que yo soy capaz de
hacer”. Jesús nos precave de toda ostentación. Al referirse a la
limosna, dijo: “Cuando des limosna, que tu mano izquierda ignore lo
que hace la derecha, así tu limosna quedará en secreto; y tu Padre,
que ve en lo secreto, te recompensará”.
Antístenes, filósofo ateniense, discípulo de Sócrates, hacía consistir
el bien sumo en la virtud, que para él se basaba en el desprecio de
las riquezas y del placer. Fue el primero que tomó la bolsa y el
bastón del mendigo como emblema de la filosofía. Sin embargo aquel
desprecio de la gloria humana y de las convenciones sociales no le
quitaba cierta ostentación. Sócrates le dijo una vez estas palabras,
objeto de frecuentes alusiones en la literatura “¡Oh Antístenes, asoma
tu orgullo por los agujeros de tu manto!”
Toda esta figuración y ostentación desvirtúa la obra que se está
haciendo. Jesús pone al Padre como fundamento de esta nueva actitud:
el Padre es el que nos ve, en lo secreto, y él es el que nos
recompensa con su amor cuando nosotros no vemos ni la recompensa ni el
aplauso humano. Jesús nos invita a vivir ante la mirada de Dios que
sondea el corazón. P. Natalio.
Buenos días, amigo/a
Todos corremos el peligro de obrar para recibir la aprobación de los
demás. Es como decirse a sí mismo: “Verán lo que yo soy capaz de
hacer”. Jesús nos precave de toda ostentación. Al referirse a la
limosna, dijo: “Cuando des limosna, que tu mano izquierda ignore lo
que hace la derecha, así tu limosna quedará en secreto; y tu Padre,
que ve en lo secreto, te recompensará”.
Antístenes, filósofo ateniense, discípulo de Sócrates, hacía consistir
el bien sumo en la virtud, que para él se basaba en el desprecio de
las riquezas y del placer. Fue el primero que tomó la bolsa y el
bastón del mendigo como emblema de la filosofía. Sin embargo aquel
desprecio de la gloria humana y de las convenciones sociales no le
quitaba cierta ostentación. Sócrates le dijo una vez estas palabras,
objeto de frecuentes alusiones en la literatura “¡Oh Antístenes, asoma
tu orgullo por los agujeros de tu manto!”
Toda esta figuración y ostentación desvirtúa la obra que se está
haciendo. Jesús pone al Padre como fundamento de esta nueva actitud:
el Padre es el que nos ve, en lo secreto, y él es el que nos
recompensa con su amor cuando nosotros no vemos ni la recompensa ni el
aplauso humano. Jesús nos invita a vivir ante la mirada de Dios que
sondea el corazón. P. Natalio.
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