martes, 30 de julio de 2013

Pensar en los demás

Buenos días, amigo/a

Existe una inmensa alegría en poder alegrar a otros a pesar de nuestra
propia situación. La aflicción compartida disminuye la tristeza, pero
cuando la alegría es compartida, se duplica. Si deseas sentirte feliz
y realizado, basta compartir tus bendiciones, especialmente ésas que
no se pueden comprar con dinero.

Un niño, tiritando de frío y con carita de hambre, vino a recoger un
pullóver que le ofrecí cuando lo encontré en la calle. Quedaba algo de
comida del almuerzo, y le pregunté: —¿Quieres almorzar? Él respondió:
—Sí, quiero, señora. Y comió de prisa, con muchas ganas. En la mitad
del plato, de repente, se detuvo y dijo: —Señora, ¿me regala un pedazo
de papel? Al traerle el papel, envolvió con cuidado el resto de su
comida, y explicó: —Es para mi amigo. Hoy a esta hora, él no ha comido
nada todavía. Quedé asombrada. ¡Y yo pensaba que estaba siendo
caritativa porque le di un suéter viejo y un poco de comida que sobró!

Hay personas pobres que distribuyen sonrisas. Existen personas que
sufren pero nos comunican alegría. Por allí van personas
incomprendidas que saben comprendernos. He visto personas que fueron
ofendidas y supieron perdonar. Conozco todas esas personas… y su
secreto es amar. Amigo/a, pasa por el mundo desparramando gotitas de
amor. P. Natalio.

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