domingo, 24 de febrero de 2013


La hormiga y el escarabajo


Buenos días, amigo/a

Las obligaciones asumidas constituyen lo que Dios espera de ti, porque
son la expresión concreta de su voluntad. Son esas exigencias de la
vida familiar, de tu trabajo o profesión, de las relaciones humanas
que te envuelven. La paz y la felicidad no surgen de algunas grandes y
espectaculares actuaciones, sino del cumplimiento de los deberes de
cada día.

Llegado el verano, una hormiga que rondaba por el campo recogía los
granos de trigo y cebada, guardándolos para alimentarse durante el
invierno. La vio un escarabajo y se asombró de verla tan ocupada en
una época en que todos los animales, descuidando sus trabajos, se
abandonan a la buena vida. Nada respondió la hormiga por el momento;
pero más tarde, cuando llegó el invierno y la lluvia deshacía las
boñigas, el escarabajo hambriento fue a pedirle a la hormiga una
limosna de comida. Entonces sí respondió la hormiga: —Mira escarabajo,
si hubieras trabajado en la época en que yo lo hacía y tú te burlabas
de mí, ahora no te faltaría el alimento. (Esopo).

Aprecia la virtud de la laboriosidad. Laboriosa es la persona que ama
el trabajo y trata de hacerlo bien. La laboriosidad lleva consigo la
decisión de aprovechar el tiempo, de concentrarte en el trabajo y de
no abandonar actividades a medio hacer. Haz hoy tu trabajo con
entusiasmo, de buena gana, con empeño, y así crecerás en esta virtud
con traje de faena. P. Natalio.

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