lunes, 18 de febrero de 2013
Avivar la llama
Buenos días, amigo/a
Hoy te ofrezco una parábola moderna que te descubrirá una verdad que
fue expresada así por Jesús: “No podéis servir a Dios y al dinero”. La
prueba que todos debemos afrontar en esta vida pasajera es la de
elegir con sabiduría dónde poner el corazón. Debemos hacer una opción
entre los bienes transitorios de esta vida y Dios, amado con toda
nuestra alma.
Cuentan que un rey muy rico de la India, tenía fama de ser indiferente
a las riquezas y cultivar una profunda religiosidad. Movido por la
curiosidad, un súbdito quiso averiguar el secreto del soberano.
”Majestad, —le preguntó en la audiencia—, ¿cómo hace para cultivar la
vida espiritual en medio de tanta riqueza?” El rey le dijo: "Te lo
revelaré si recorres mi palacio para apreciar mis riquezas. Pero,
llevarás una vela encendida. Si se apaga, te decapitaré". Concluido el
paseo, el rey le preguntó: “¿Qué piensas de mis riquezas?" La persona
respondió: "No vi nada. Sólo me preocupé de que la llama no se
apagara". El rey le dijo: "Ése es mi secreto. Estoy tan ocupado
tratando de avivar mi llama interior, que no me interesan las
riquezas”.
“Avivar la llama interior”, de eso se trata, de tener un amor tan
firme a Dios que siempre lo tengamos en el primer lugar de nuestro
afecto, preocupaciones, tiempo… Hay un motivo fundamental para eso:
Dios nos ama tanto, se ha jugado tanto por nosotros, que no nos queda
sino organizar toda nuestra vida como respuesta coherente a su inmensa
bondad. P. Natalio.
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