miércoles, 2 de enero de 2013

“A mi me lo hicieron”
Buenos días, amigo/a

Vivir la caridad cristiana no es fácil. En verdad está por encima de
nuestra capacidad humana. Por eso es indispensable suplicar con
humildad y constancia al Señor el don de la fraternidad para poder
elevarnos sobre nuestros egoísmos, retraimientos, susceptibilidades…
Pero cuando el amor de Dios nos invade podemos “disculpar, soportar y
esperar sin límites”.

Cuando llegaban voluntarios a la puerta de la casa de Madre Teresa
para compartir con ella y las hermanas la ayuda a los más necesitados,
solía decirles con las manos bien abiertas: “Lo primero que deben
aprender es qué son los cinco dedos. Significan cinco palabras dichas
por Jesús a sus discípulos: “A mí me lo hicieron”. Es decir, cada vez
que hagan esto a uno de mis pequeños, es como si me lo hicieran a mí.
No lo olviden. El agonizante cubierto de gusanos entre la inmundicia
de Calcuta es Cristo mismo, así como lo es el niño leproso, el enfermo
de Sida rechazado por su familia, el joven que muere en las aceras de
Nueva York, víctima de una sobredosis”.

Hay personas pobres que distribuyen sonrisas. Existen personas que
sufren pero nos comunican alegría. Por allí van personas
incomprendidas que saben comprendernos. Yo conozco personas que fueron
ofendidas y supieron perdonar. Conozco todas esas personas… y su
secreto es amar. P. Natalio.

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