viernes, 12 de octubre de 2012

Detrás de una moneda…


Buenos días, amigo/a


El egoísmo atrofia al hombre, que sólo en la donación generosa a los

demás.encuentra su madurez y plenitud. Si te preocupas demasiado por
ti mismo y tu propio entorno, si vives para acumular dinero y
comodidades, no te quedará tiempo para los demás. Si no vives para los
demás, la vida carecerá de sentido para ti, porque la vida sin amor no
vale nada.

Conversaba un hombre rico y alejado de la fe con un sacerdote, que no
era otro que el futuro Cardenal Newman, ya convertido del anglicanismo
a Roma. El rico se ufanaba de sus riquezas y de su indiferencia
religiosa. Newman tomó una hoja de papel y escribió: «Dios». —¿Ve lo
que he escrito en la hoja? El avaro contestó afirmativamente. Entonces
el sacerdote tomó una moneda de oro, la acomodó sobre la palabra
escrita y preguntó de nuevo: —¿Ve usted ahora lo que he escrito hace
un momento? —No, ahora sólo veo el dinero. —En efecto, la riqueza
ciega, impide ver a Dios, ¿no le parece?


Cada día puedes ser generoso en acciones pequeñas. Este propósito abre

el corazón poco a poco, y descubres admirado que nunca pierdes. Por el
contrario te fortaleces y puedes superar el temor de ser vulnerable.
Practicar la generosidad ejercita al corazón: cuanto más se da, más se
fortalece. Recuerda que Jesús dijo: “Hay más alegría en dar que en
recibir”. P. Natalio.

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