Encontrar la puerta
Buenos días, amigo/a.
Todos en una época de su vida tienen que afrontar una decisión
importante: ¿qué seré cuando sea grande? Es el planteo del problema
vocacional. Resolverlo con acierto es decisivo porque incide en tu
felicidad. Para eso debes empezar por conocer tu propia verdad:
inclinaciones y disposiciones naturales que te marcan, desde el vamos,
una dirección.
Un pensador ruso que pasaba por una etapa de crisis interior decidió
ir a descansar unos días a un monasterio. Allí le asignaron una
habitación que tenía un cartelito sobre la puerta donde estaba escrito
su nombre. Por la noche no logrando conciliar el sueño, decidió salir
a dar un paseo por el imponente claustro. A su vuelta, se encontró con
que no había suficiente luz en el pasillo para leer su nombre que
figuraba en la puerta del cuarto. Recorrió el claustro y todas las
puertas le parecían iguales. Por no despertar a los monjes, pasó la
noche entera dando vueltas por el enorme y oscuro corredor. Con la
primera luz del amanecer distinguió al fin cuál era la puerta de su
habitación, por delante de la cual había pasado tantas veces a lo
largo de la noche, sin advertirlo.
El deambular de ese hombre en aquella noche oscura es una imagen de lo
que tantas veces sucede a las personas. Pasan por delante de la puerta
que conduce al camino al que están llamados, pero les falta luz para
verlo. Esta luz te la dará Dios. Tú, por tu parte, hazte estas
preguntas: ¿qué inclinación y aptitudes tengo?, y ¿qué necesidades
veo a mi alrededor? De allí saldrá la solución de tu problema
vocacional. Que el Señor te proteja y bendiga. P. Natalio.
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