viernes, 10 de agosto de 2012


Ovejas criticonas



Buenos días, amigo/a

“Cuando te hiera la maledicencia, —dice Cicerón— consuélate pensando
que no son los peores frutos los que pican las avispas”. Nos sucede
que somos excesivamente perspicaces para detectar los mínimos defectos
ajenos, pero nos volvemos muy ciegos para descubrir nuestras propias
debilidades y falencias y, si las vemos, somos hábiles en
disculparlas.

Mientras desfilaba la majada, al salir del corral, un carnero que
caminaba solo, escuchaba la conversación de dos ovejas que iban detrás
de él. Hablaban de sus compañeras y criticaban sin piedad a todas las
que pasaban cerca de ellas. «¡Qué facha! ¡Qué modo de caminar! ¡Qué
lana fea! ¡Qué gorda! ¡Qué flaca!» y mil otras cosas peores, algunas.
El carnero, pensando al oírlas, que quienes así hablaban no podían ser
sino un compendio de la hermosura ovejuna, se dio vuelta, dispuesto a
admirar, y se encontró con dos ovejas horrorosas que casi lo
asustaron. (G. Daireaux)


“Encontré a un hombre de buenas cualidades —relata el P. Alfonso
Milagro— que casi las maldecía. Le pregunté por qué y me respondió:
“Porque hacen sombra y eso no me lo perdonan”. Casi siempre detrás de
la crítica está la envidia por ver a otro gozar de lo que deseamos;
los celos, por ver a otro poseer lo que quisiéramos para nosotros. P.
Natalio.

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