Me amó, y se entregó por mí
Buenos días, amigo/a.
Jesús se queja: “me llamas Maestro, y no me preguntas. Me llamas Luz,
y no me miras. Me llamas Verdad, y no me crees. Me llamas Camino, y
no me sigues. Dices que soy Divino, y no me amas. Dices que soy
Generoso, y no me pides. Dices que soy Misericordioso, y no confías en
mí. Dices que soy Omnipotente, y no me honras.
Un misionero en medio de unos indios iroqueses de Norteamérica,
sentados en el suelo, les hablaba sobre la generosidad de la entrega
de Cristo. Y a medida que avanzaba su explicación el jefe indio,
decía:
—Jefe indio da su hacha a Jesucristo.
—Jefe indio da su manta a Jesucristo.
-—Jefe indio da su caballo a Jesucristo.
—Jefe indio se entrega a Jesucristo.
Hermano/a, ¿qué tal va tu amor a Jesús? ¿No te aventaja tal vez este
jefe indio?
Jesús ilumina y llena tu vida. Como a los apóstoles él te envía a
comunicar la alegría de la salvación, y transmitir tu experiencia
personal de fe. Se trata de conducir a los extraviados al encuentro
con Jesús vivo en su Palabra, en los sacramentos y en la comunidad
eclesial. Persuádelos diciéndoles “ven y verás”. P. Natalio.
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