Clase de medicina
Buenos días, amigo/a
Según una fábula, Zeus colocó dos alforjas a cada ser humano: una
sobre el pecho y otra, atrás a la espalda. Los hombres, sin excepción,
han puesto en la alforja que está a la vista los defectos de las
personas conocidas, mientras que los defectos propios en la alforja
que tienen en la espalda. Por eso son expertos en debilidades ajenas,
y analfabetos en sus propias fallas.
En un hospital universitario un doctor explica a sus alumnos ante la
cama de una anciana enferma, los síntomas de su enfermedad. —Fíjense,
en la arrugada frente, en los ojos hundidos y brillantes, en la piel
arrugada y roja, en las uñas… La enferma, cansada de oír epítetos
desfavorables, exclamó: —¡Ya está bien, doctor, que usted tampoco es
un Apolo!
El conocimiento de uno mismo es llave de sabiduría, porque desde tu
realidad personal puedes crecer y superarte. Con un ojo en tus
virtudes para conservarlas y darles brillo, y con el otro ojo en tus
debilidades para neutralizarlas, afronta con esperanza esa labor
cotidiana de realizar el proyecto de Dios sobre tu vida. P. Natalio.
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