El ladrillo de oro
Buenos días, amigo/a.
Si quieres ser tú mismo, el único punto de referencia para superarte
eres tú. No necesitas compararte con nadie más. Lo correcto es conocer
tus talentos y habilidades, alegrarte de lo que tienes y cultivarlo.
Acepta, por otra parte, tus límites y carencias. Piénsalo y vive en
armonía y paz tu propia realidad.
Un pobre se encontró con un antiguo amigo, que se había dedicado a la
oración y al crecimiento espiritual. Este tenía el don de hacer
milagros. Como el pobre se quejara de las dificultades que tenía para
vivir, su amigo, apenado por su situación, tocó con el dedo un
ladrillo que, de inmediato, se transformó en oro. Se lo ofreció al
pobre, pero a éste le pareció poco y siguió quejándose. Entonces su
amigo tocó un león de piedra, que se convirtió en un león de oro
macizo. Pero tampoco lo contentó. Entonces el hacedor de prodigios le
preguntó: - Bueno, y ¿qué es lo que tú quieres? Enseguida contestó el
otro: - ¡Quisiera tu dedo!
El trabajo honrado y responsable nos libera del aburrimiento y de los
vicios, y nos proporciona los recursos para remediar nuestras
necesidades fundamentales. Es una bendición de Dios. Trabaja con gusto
y acabarás sintiendo gusto por el trabajo. “El que no quiera trabajar,
que no coma”, (S. Pablo). Que tengas un día de acción. P. Natalio.
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