viernes, 30 de marzo de 2012


Comparte con generosidad


Buenos días, amigo/a.
.
Encerrarte en ti mismo te dejará atrofiado y no te realizarás jamás.
Una señal de madurez es entregarte más a los demás que a ti mismo. San
Pablo insiste que seamos ricos en buenas obras, que demos con
generosidad. “Así —dice— adquirirán para el futuro un tesoro que les
permitirá alcanzar la verdadera Vida”, (1 Tm 6, 17-19).

Derrama en mi interior, Señor, una gran disponibilidad, para que sea
capaz de dar sin medida, para que aprenda a compartir lo que tengo
buscando la felicidad de los demás. Muéstrame la grandeza de dar con
alegría. Ayúdame a descubrir la hermosura del cántaro, que existe para
saciar la sed de los demás. Descúbreme la inmensa dignidad de todas
las personas, que tienen derecho a ser parte de mi vida. Dame un amor
generoso y humilde dispuesto a compartir con los demás mi propia vida,
mis talentos, mis bienes, mi tiempo. Que pueda entregarme sin
resistirme, que pueda amarlos con tu amor y mirarlos con tu mirada.
Amén.

En vez de buscar el beneficio personal, pregúntate, ¿qué puedo
compartir hoy? Empieza a dar y a darte, guiado por el deseo de
satisfacer las necesidades de los otros. Cada uno tiene algo para
compartir. Dinero, talento, tiempo o una simple oración. La
generosidad nos pone en sintonía con nuestra semejanza divina. Ánimo,
inténtalo. P. Natalio.

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