Te di tan poco
Buenos días, amigo/a.
La humildad consiste en reconocer que Dios es el autor de todo bien.
De él proviene todo cuanto tenemos y somos. Y también cuanto tiene y
es nuestro prójimo. Por eso no cabe el sentido competitivo de la vida,
que está en el fondo de la actitud soberbia y envidiosa. El que quiere
sobresalir no busca alcanzar una meta, sino crear distancia respecto
de los otros.
¡Te di tan poco, Señor Jesús, pero Tú hiciste de eso algo tan grande!
¡Soy tan poca cosa ante Ti, y me tornaste tan rico! No conseguí darte
todo lo que hubiese deseado, ni logré amarte como yo quería y soñaba.
Te di tan poco, de verdad, tan poco, y con tan poco entusiasmo y
alegría. Sin embargo, Tú sabes que en ese “poco” yo quise poner todo
mi corazón. Tú ves el fondo de mí mismo, con mi deseo de darte mucho
más. Como transformas mi pobreza en riqueza, y mi vacío en plenitud,
toma mi don tal como es, toma también todo lo que él no es a fin de
que en mí haya entrega total, con mi propia miseria, y sea todo de
nuevo recreado por el poder soberano de tu amor. Amén.
Ubicarse ante Dios significa ser conscientes de nuestra pequeñez,
porque “El Señor es grande, tiene en su mano los abismos de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes, suyo es el mar, porque él lo
hizo, la tierra firme que modelaron sus manos”. Con razón antes de
hablar a Dios, Abrahán le pedía perdón porque se sentía “polvo y
ceniza”. P. Natalio.
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