viernes, 1 de julio de 2011


Dios, amigo del silencio


Buenos días, amigo/a.

No temas al silencio. El silencio vitalizará tu mente y tu sistema
nervioso, y dotará de solidez y fuerza expresiva a tus palabras cuando
salgas de tus treguas de mutismo y vuelvas a hablar. No es que la
relación social sea mala, pero a veces nos metemos y enredamos
demasiado en el ajetreo y la palabrería del mundo. Regálate baños de
soledad y silencio.

Necesitamos encontrar a Dios y no lo hallamos en medio del ruido y de
la agitación. Dios es amigo del silencio. Miren cómo la naturaleza
empuja hacia el silencio. Miren cómo las estrellas, la luna, el sol se
mueven en silencio. ¿Nuestra misión no consiste en dar a Dios a los
pobres sin techo? No a un Dios muerto sino a un Dios vivo, que ama.
Cuanto más recibimos en el silencio de la oración, tanto más
entregaremos en nuestra actividad. Necesitamos el silencio para mover
a las personas. Lo importante no es lo que decimos nosotros, sino lo
que Dios nos dice, y lo que dice a través de nosotros. Teresa de
Calcuta.

El cardenal Carlos Martini, arzobispo de Milán, cuyos libros se
vendían como pan caliente, escribió: “Aun en la vida cotidiana más
afanosa y complicada, estoy seguro que es posible reservarse algunos
momentos de silencio, si lo deseamos de verdad, para retomar la
conciencia de sí mismo y mirar desde ahí alrededor”. ¡Advertencia muy
sabia! P. Natalio.

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