martes, 28 de junio de 2011

El poder de las palabras


Buenos días, amigo/a

Una palabra cualquiera puede ocasionar una discordia. Una palabra
cruel puede destruir una vida. Una palabra amarga puede crear odio.
Una palabra brutal puede golpear y matar. Una palabra agradable puede
suavizar el camino. Una palabra a tiempo puede ahorrar un esfuerzo.
Una palabra alegre puede iluminar el día. Una palabra con amor puede
curar y bendecir.

Un rico mercader pensó dar un banquete. Ordenó al esclavo que fuera a
comprar la mejor comida. Trajo del mercado un plato donde había una
lengua preparada. —¿Lengua? ¿Es éste el plato más delicioso? Sí,
señor. Con la lengua Ud. consuela, hace amigos, reza a Dios, canta y
dice “yo te amo”. El mercader, no muy convencido, se propuso probar la
sabiduría de su esclavo. Le ordenó que volviera al mercado y que le
trajera el peor de los alimentos. Al volver el esclavo mostró el plato
elegido. —¡Lengua otra vez! —Sí, lengua. Con ella se provocan
intrigas, celos, se blasfema, se maldice, se engaña al hermano, se
insulta a la madre y se ofende al padre… No hay nada peor ni nada
mejor que la lengua. Depende del uso que Ud. haga.

“No profieran palabras inconvenientes; al contrario, que sus palabras
sean siempre buenas, para que resulten edificantes oportunamente y
hagan bien a aquellos que las escuchan” (Efesios 4, 29). San Francisco
de Sales escribió: “El trato cortés y delicado es la crema de la
caridad”. Que este mensaje oriente cada día tu conducta. Hasta mañana.
P. Natalio.

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