El papel arrugado
Buenos días, amigo/a
Respetar y comprender son actitudes que están en la base de la
convivencia humana. La regla de oro de todas las grandes religiones
es: “No hagas a otro lo que no te gusta que te hagan a ti”, (Tob. 4,
15). Sin comprensión y respeto se viene abajo el amor a los hermanos.
Cuando era niño tenía rabietas a la menor provocación, y la mayoría de
las veces después de estos arrebatos, me sentía avergonzado y me
esforzaba por consolar a quien había dañado. Un día mi maestro, que me
vio pidiendo excusas después de una explosión de ira, me llevó al aula
y me entregó una hoja de papel lisa y me dijo: —¡Estrújala! Asombrado
obedecí e hice con él una bolita. —Ahora —volvió a decirme— déjalo
como estaba antes. Por más que traté de dejarlo bien liso, el papel
quedó lleno de pliegues y arrugas. —El corazón de las personas —me
dijo— es como ese papel... La impresión que en ellos dejas, será tan
difícil de borrar como esas arrugas y esos pliegues. Así aprendí a ser
más comprensivo y paciente.
La incomprensión entre las personas es una deficiencia común. Entre
los mismos miembros de la familia, en las asociaciones religiosas y
grupos humanos sucede lo que la Reina de la Paz señaló en un mensaje:
“Hijitos, oren y no permitan que Satanás actúe en sus vidas con
malentendidos, incomprensiones y faltas de aceptación entre unos y
otros”. P. Natalio.
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