El gran regalo de Dios
Buenos días, amigo/a.
En cada Navidad nos maravillamos de la bondad de Dios, nuestro Padre,
que nos regaló a su mismo Hijo Unigénito, hecho niño en Belén. Ese
día, inspirados por el ejemplo de la generosidad de Dios,
acostumbramos a prodigar regalos a nuestro alrededor, a parientes y
amigos. Pero hay dones más valiosos —¡y tan necesarios!— que podemos
hacernos sin gastar un centavo.
Esboza una sincera sonrisa... y regálala a quien nunca la ha tenido.
Recoge un rayo de sol en tu corazón... y hazlo volar allá en donde
reina la noche.
Descubre una fuente... y permite bañarse en ella a quien vive en el barro.
Vierte una lágrima... y ponla en el rostro de quien nunca ha llorado.
Enciende el valor en tu pecho... y ponlo en el ánimo de quien no sabe luchar.
Descubre la vida... y alienta a quien se arrastra por ella.
Cultiva la esperanza... e irradia su luz a tu alrededor.
Imprégnate de bondad... y dónala a quien la desconoce.
Descubre el amor... y comunica su fuego al mundo.
Amigo/a: ¡qué hermoso es hacer de tu vida una Navidad! Anímate a
esparcir a manos llenas en el hogar, en el barrio, en tu ambiente de
trabajo, el fuego del amor, la luz de la alegría y la fuerza de la
esperanza. Que esta celebración cristiana te ayude a meditar y
proyectar a tu vida la sorprendente bondad que Dios tiene con
nosotros. P. Natalio.
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