miércoles, 1 de diciembre de 2010

Corazón simple y humilde


Buenos días, amigo/a.

“Si no se hacen como niños no entrarán en el Reino de los cielos”,
dice Jesús. ¿Cómo es un niño? Sencillo, sincero, humilde, confiado,
puro e inocente. Así fue Jesús, así fue María, su madre. Así nos
quiere a todos el divino Maestro. Aquí te ofrezco una oración con la
que puedes pedir al Señor un corazón simple y humilde, como el de los
niños.

Me presento ante ti, Padre amado. Quiero ofrecerte con cariño lo que
puedo hacer cada día, aunque sea imperfecto. Es tan pequeño al lado de
tu infinita gloria y del regalo de tu amistad. Pero sé que te gozas
cuando me entrego al servicio de tu Hijo. Tú mereces esta ofrenda de
mi trabajo cotidiano. Yo no puedo saber qué valor ha tenido mi tarea.
Pero dejo en tus manos los frutos de mi trabajo. Señor mío, dame un
corazón humilde y libre, que no esté atado a las vanidades,
reconocimientos y aplausos. Dame un corazón simple que sea capaz de
darlo todo, pero dejándote a ti la gloria y el honor. Regálame la
belleza de un corazón humilde y liberado. Amén.

San Agustín dice que “Las cosas pequeñas son realmente pequeñas; pero,
ser fieles en las cosas pequeñas es cosa grande”. Y beata Teresa de
Calcuta añade: “No es importante lo que uno hace, sino cómo lo hace,
cuánto amor, sinceridad y fe pone en lo que realiza”. Que sepas
encontrar paz y felicidad en las pequeñas cosas de este día. P.
Natalio.

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