Invitados al casamiento…
Buenos
días, amigo/a
La sinceridad es una
virtud exigente, ya que puedes faltar a la verdad de distintas y sutiles
maneras. Por ejemplo, con la simulación, que es mentir con los hechos, o con la
hipocresía pasando por lo que no se es, o con jactancias atribuyéndose uno
excelencias que no posee, o con adulaciones cuando se engaña para sacar algún provecho
de los otros. Un ejemplo.
En todas las fiestas siempre hay alguno colado. Esto sucede en
cualquier lugar. Una vez en una familia se organizó una fiesta muy importante.
El dueño de casa empezó a sospechar porque había muchos más de los calculados.
Entonces hizo parar la orquesta y dijo: —¡Por favor la orquesta interrumpa un momentito! A ver, los invitados
del novio pasen de este lado; y los invitados de la novia de este otro lado…
Enseguida gran parte de la concurrencia se dividió en dos bandos.
—Bueno —dijo el dueño—, ¡ahora mismo se van todos ustedes
inmediatamente, porque esto es un bautismo!
Es lamentable que en Argentina
estas faltas de sinceridad sean celebradas como “viveza criolla”, feo vicio
antisocial que ha vulnerado tristemente nuestra imagen en el exterior. Y lo
peor es que perdura entre nosotros cuando aplaudimos al canchero, al piola, al madrugador, que son los “avivatos” y
“ventajitas” de las historietas cómicas. La verdad nos hará libres. P. Natalio.
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